sábado, 11 de febrero de 2017

Si, esto es una tarta con forma de guitarra

Esta tarta ha sido una montaña rusa de emociones y sentimientos encontrados que han ido desde la desesperación y la decepción hasta la máxima satisfacción y orgullo posibles.

Para aquellos que os hayáis quedado fascinados con esta imagen dudando de si es una tarta real o no (yo la veo poco realista pero sé de gente a la que le ha parecido real), os diré que está hecha de bizcocho y que solo tenéis que leer el post para comprobarlo.


Todo empezó hace exactamente un año, justo antes del 18 cumpleaños de mi sobrino. Resulta que sin darme cuenta me había apuntado a un curso de modelado el día que iban a celebrar tan importante fecha. No lo hice a posta, pensé que la celebración familiar sería o bien el mismo día que cumplía los 18, que era lunes, o bien el fin de semana siguiente, pero jamás se me ocurrió pensar que lo celebrarían dos días antes!

Así que, como era la segunda vez que me pasaba esto con un cumpleaños de la familia de mi marido y además era una fecha muy significativa (en España los 18 son la mayoría de edad legal) le dije a su padre que quería compensarle regalándole una tarta espectacular, y el propuso que la hiciese basándome en su preciosa guitarra, una Fender Stratocaster, de la que me mandó fotos. Y entonces decidí tirarme a la piscina e intentar hacer una reproducción en bizcocho de la misma.


Lo primero que hice, porque nunca había realizado este tipo de tartas, fue ver unos cuantos tutoriales en internet sobre cómo hacerla. La verdad es que no me sirvieron de mucho porque, o eran una tomadura de pelo y enseñaban a hacer la tarta en un programa de ordenador (nada de bizcocho) o hacían tartas muy grandes, la mayoría con el mástil también de bizcocho.

Yo necesitaba hacer algo muy pequeño, ya que solo iban a comer seis adultos y dos niñas pequeñas que apenas la probarían. Además me importaba mucho que la tarta estuviese lo más proporcionada posible, es decir que no solo pareciese una guitarra vista desde arriba sino también desde el lateral. Sé que dicho así suena irrisorio pero llegué a ver en Internet  imágenes de tartas con el canto tan alto que parecían otra cosa y yo no quería eso.


Así que me hice con unos planos de la guitarra en cuestión y los imprimí para que entrasen en un molde de bizcocho de 26 cm, calculando que de ese tamaño saldrían el número de raciones que quería (o eso esperaba yo) teniendo en cuenta que el espesor debía ser suficiente para dos capas de bizcocho y una de relleno sin que el perfil quedase demasiado desproporcionado. Lo ideal habría sido hornear el bizcocho en un molde rectangular, mas ajustado a la forma de la guitarra, de manera que al cortar se desaprovechase menos, pero yo no tenía ninguno con esas características.


Después, una vez horneado, le quité la tapa con una lira de corte, pinche con unos palillos el dibujo de la guitarra y con un cuchillo afilado recorte el perímetro. 


Para dividirlo en dos opté por utilizar un cuchillo jamonero sobre dos guías, de las que se usan para galletas (como se ve en la imagen de abajo). Esto permitió un corte más pequeño y limpio que si lo hubiese hecho con la lira, además de que no se rompiesen los picos de la guitarra durante el proceso.


Para rellenarla opté por dividirla en dos partes, en la mas grande use una swiss merengue buttercream de cerveza para festejar la mayoría de edad como dios manda!! Y en la pequeña puse ganaché de chocolate. Hice esto para que mis sobrinas pudiesen tomar tarta ya que, aunque el alcohol de la cerveza se evapora al hacer la crema, no me pareció un relleno muy apropiado para su edad.


El “ganacheo” fue bastante complicado ya que la tarta tenía mucho recoveco y al final tuve que recurrir a una espátula de codo muy fina para dejar algunas zonas perfectamente lisas.
Sin embargo forrar la tarta con fondant fue mucho más sencillo de lo que esperaba. Si, al igual que con el ganacheo los picos de la guitarra fueron difíciles pero con el resto, al no tener mucha altura, prácticamente no se formaron pliegues y se cubrió perfectamente nada mas ponerle encima el fondant. ¡Una delicia!

Una vez forrada la tarta, llegó la parte más compleja de todas para mi y por la que creo que no repetiré esta experiencia: El mástil y las cuerdas de la guitarra. Como he comentado antes no quería hacer esta parte de bizcocho por dos razones, en primer lugar porque quería una tarta pequeña y en segundo porque quería que el mástil no quedase apoyado en la base, como en una guitarra de verdad. Por ello decidí hacerlo con madera, concretamente en madera de balsa que es muy ligera, se puede cortar con un cutter sin hacer demasiada fuerza y además no es tóxica. Sopesé la posibilidad de recubrirlo también de fondant, para que estuviese mas integrado en la tarta, pero luego me pareció absurdo hacerlo y tener después que pintarlo para que quedase como estaba antes de ponerle el fondant, es decir con aspecto de madera clara. Lo único importante era que no tocase el bizcocho para evitar problemas.


De igual modo opté por hacer las cuerdas de la guitarra con alambre alimentario en vez de con glasa, no iban a entrar en contacto con la parte comestible e iban a quedar más reales e infinitamente más rectas que si lo hacía de la otra manera. Aunque algún susto me dieron ya que eran demasiado finas y se partieron unas cuantas veces.

Una vez superada la parte de “bricolaje” de esta tarta llegó mi parte favorita: la pintura. Sinceramente no recuerdo muy bien que colores utilicé, creo que mezclé Dark Brown, con un poco de caramelo y una pizca de naranja. Y no es que mi memoria falle después de un año, es que puse todos en la paleta con un poco de vodka, cogí una brocha y fui mezclando y pintando hasta que conseguí el efecto y color que quería. Lo más importante fue mantener el sentido de los brochazos y el degradado que tenía la guitarra original (más oscuro en el borde).


Mientras se secaba la pintura, recorté en fondant el “body”, la parte blanca central. Lo ideal habría sido dejarlo seca varias hora, pero como era tarde no lo hice y en cuanto acerqué la pieza a la guitarra, está la atrajo como si fuese un imán y para mi horror se quedó pegada, arrugada y descolocada. Hace unos años me habría quedado paralizada y seguramente, al ser las dos de la madrugada, me habría entrado la histeria. Pero la experiencia hace mucho, así que respiré hondo y lo quité con sumo cuidado con la ayuda de un cuchillo, intentando no romper el fondant de cobertura.


Después de pensar un rato opté por coger una hoja de papel de azúcar (el de las impresiones comestibles) y recortar ahí el “body” un poco más grande que el anterior para que tapase las zonas dañadas. Hice esto porque el papel de azúcar es más rígido que el fondant y, por tanto, menos susceptible de deformarse tanto al pegarlo. Quedó perfecto.

Lo malo es que, entre unas cosas y otras, ya eran las tres de la mañana y tenía que dormir algo para estar espabilada al día siguiente y enterarme de lo que me iban a enseñar en el curso. Por eso, y con gran dolor de mi corazón, decidí hacer los detalles que faltaban más sencillos de lo que me habría gustado, además de no pintar de plateado las piezas que simulaban ser metálicas. Cuando terminé, coloqué la tarta con mucho cuidado sobre un cartón, que previamente había forrado con fondant blanco, y me fui a dormir.


Al día siguiente, mi sobrino se quedó alucinado cuando vio su tarta y, después de comerla, se puso a jugar con el mástil como si estuviese tocando su propia Fender. Mientras tanto yo hice el curso medio dormida pero me animó mucho ver los mensajes que me mandaron al móvil diciéndome que la tarta había sido todo un éxito…Un pasada, en sus palabras.

como veis era una tarta muy pequeñita

Más adelante, cuando la publiqué en facebook y en Foro Repostería los elogios empezaron a llover. Yo seguía sin entender porqué ya que no me sentía muy orgullosa de ella porque me habría gustado hacer mucho más. De hecho ni siquiera le puse la marca de agua a las imágenes que compartí en las redes sociales. Pero aun así conseguí el premio de la foto del mes, que nunca había recibido. Y hace un mes me dieron el de la foto del año: Un sueño hecho realidad!!!


Como he dicho al comenzar el post, la historia de esta tarta ha sido una montaña rusa de emociones que han conseguido que pasase de sentirme decepcionada con ella a estar orgullosa y muy agradecida.

   Luz Ignesón

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